martes, 27 de diciembre de 2011

lunes, 26 de diciembre de 2011

Emanuele Coccia: una filosofía de lo sensibles

Por Diego Bentivegna


Emanuele Coccia es una de las voces jóvenes más potentes del pensamiento italiano contemporáneo. Formado en las universidades de Macerata y de Florencia y profesor en la Universidad de Friburgo (Alemania) y en la Escuela de Altos Estudios de París, en nuestro ámbito el autor es conocido fundamentalmente por su estudio Filosofía de la imaginación Averroes y el averroísmo, publicado en 2008 por Adriana Hidalgo, así como por una obra de amplias dimensiones proyectada junto con Giorgio Agamben: el tratado sobre angeología publicado en 2009 por la editorial Neri Pozza de Venecia, que recorre, y en gran parte reproduce, fuentes hebreas, cristiana y musulmanas, y que aún no ha sido traducido al castellano.

Comentario sobre el nuevo libro de Emanuele Coccia, completo acá, en El litoral de Santa Fe.

jueves, 22 de diciembre de 2011

jueves, 15 de diciembre de 2011

viernes, 9 de diciembre de 2011

jueves, 8 de diciembre de 2011

Correo: precisas aclaraciones de Edgardo Cozarinsky sobre "locas de pris.

Entro en el blog después de tiempo sin frecuentarlo y me encuentro con la cita de Celedonio.
No sé si todos tus lectores saben el sentido de esta frase.
Como no veo entrada para comentarios, me animo a comentarla aquí, en tu mail.
La "pris", fonética aproximada del francés "prise", del verbo "prendre" -tomar, asir, en España coger- es literalmente la toma, exactamente el pellizco con pulgar e índice que llevaba a la nariz la cocaína cuando no se la esnifeaba en forma de raya mediante un billete arrollado.
En Les Ambassadeurs, la boite de la clase alta en los 20s y 30s, las coperas, "alternadoras" para la ley, además de beber champagne y hacerle beber al paganini de turno, le pedían unos pesos más "para la pris". La servía el mozo, en la misma bandeja que las bebidas. Al final de la noche, estas minas boludeaban fuerte y de ahí el "locas de pris".
Espero no aburrir con estos recuerdos heredados.
Abrazo,
Edgardo